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Cuando nacemos el sistema visual es inmaduro, durante ese período de la vida es fundamental detectar anomalías o alteraciones que impidan el desarrollo visual normal y evitar secuelas irreversibles. El papel de los padres y del oftalmólogo es fundamental para un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado que permita que los hijos tengan una buena visión durante el resto de su vida.
De 0 a 3 años si los padres o pediatra notan cualquier anomalía ocular (pupila blanca, desviación de los ojos, etc)
A los 3 años revisión obligatoria sobre todo si los padres llevan gafas o tiene antecedentes de patología oftalmológica. A esta edad el niño puede colaborar en ciertos test de visión por lo que se puede detectar defectos de refracción y ojo vago poniendo un tratamiento eficaz.
Cada dos años hasta los 14 años dependiendo si existe o no defectos de refracción.
En el nacimiento es frecuente que los niños desvíen la mirada por inmadurez de los musculos extraoculares, pero si se mantiene constante o lo hace con más 6 - 7 meses de edad puede ser un estrabismo por lo que debe ser tratado por un especialista.
El estrabismo puede ser corregido con gafas, con inyecciones de toxina botulínica y en algunos estrabismos es necesaria la cirugía, con la cirugía se consigue alinear los ojos actuando sobre los músculos extraoculares.
La miopía, la hipermetropía y el astigmatismo pueden aparecer en los primeros años de vida, es muy importante poderlo detectar de forma temprana ya que pueden producir un ojo vago y en algunos niños puede repercutir en un bajo rendimiento escolar. Estos defectos pueden corregirse con gafas o lentes de contacto hasta los 18 años y valorar el tratamiento con láser excimer.
Es uno de los problemas fundamentales en la infancia, ocurre por falta del estímulo adecuado para el desarrollo de la visión, esta falta de estimulación es debida a un defecto refractivo (miopía, hipermetropía y astigmatismo) o bien a una alteración muscular o una patología intraocular que afecte el desarrollo de la visión como la presencia de una catarata, es un problema que no es fácil de detectar por los padres y requiere una exploración oftalmológica para su diagnóstico.
Las vías lagrimales pueden estar obstruidas al nacimiento y se manifiesta con lagrimeo constante y legañas, en muchas ocasiones se resuelve fácilmente con masaje ocular y colirios antibióticos o es necesario realizar un sondaje lagrimal, intervención de corta duración que se realiza con anestesia local (gotas).
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